Artículo – La Confianza y el Superyo


Tanmayo Lana Lawson
Presentado ante el Congreso Internacional de Kinesiología en Kirchzarten, Alemania, 2003

Todos conocemos el juez interior, es decir, aquella estructura psíquica que Freud llama el Superyo. El término Superyo identifica claramente este aspecto de comportamiento como la súper-estructura. El “sabelotodo”, el que guía, protege, aconseja. Esa voz interior semejante a un dios, suena tan racional y tan razonable. Se encuentra allí desde que podemos hablar. Desde que surgieron nuestras facultades cognitivas, esta voz se ha integrado lenta y seguramente tan profundamente a nuestra red neural, que hasta pensamos que es quien realmente somos!! El súper crítico/juez siempre se coloca por encima de nosotros. Es el único que realmente sabe lo que nos conviene.

¿Qué es el Juez?
El Juez es la fuerza que constantemente evalúa y cuantifica tu valor como ser humano y por lo tanto limita tu capacidad de vivir plenamente el momento presente.

La voz del Juez guía tu vida consciente e inconscientemente por medio de sus opiniones, consejos, advertencias, creencias, evaluaciones y admoniciones sobre todos los aspectos de tu comportamiento y vida interior.

La función del Juez es la de mantener el estatus quo de dos formas: te mantiene alejado de aquellas partes de ti que considera peligrosas o no manejables, y te dirige hacia aquellos ideales de los que considera te convertirán en una persona más aceptable y exitosa. El auto enjuiciamiento se basa en la acumulación de todo el conocimiento que crees necesitar para ser exitoso.

La comparación es un primo cercano del auto enjuiciamiento. Es útil para mejorar muchos aspectos de nuestro mundo. Si embargo la comparación se convierte en un comportamiento auto destructivo cuando mide sin cesar los comportamientos y aspectos de otros para alinearlos con la verdad de tu propia experiencia.

El Juez anula tu inteligencia inherente y tu respuesta directa a la vida sobreponiendo sus creencias acerca de lo que es importante y real. Sus pautas son aprendidas de otros y chocan con lo que tú mismo sientes, quieres y sabes que es cierto.

Uno de los mayores peligros que trae consigo el darnos cuenta del autoenjiciamiento y sus efectos negativos es que habrá aún más auto enjuiciamiento.

La crítica positiva puede exponer la aceptación inconsciente de la devaluación interior, pero nunca podrá erradicar la convicción original de tu propia falta de autoestima.
Una vez que sabes desde lo más profundo de tu ser, que tienes un valor inherente y que para ti eres totalmente aceptable, comenzarás a librarte de la dependencia de recibir reconocimiento de otros o de tu propio juez interior. “Soul without Shame” Byron Brown.
El juez es un falso profeta. Su función, cuando éramos niños, era la de protegernos y evitar daños, dolor y perjuicios. Cuando crecemos el juez, tal como un programa obsoleto de computación, se hace cargo del disco duro. Se convierte en un virus que corrompe nuestras vidas. Constantemente reconfirma sus propios límites. Nos mantiene atados dentro de su súper estructura, de modo que no nos atrevemos a aventurarnos más allá de su zona de control.

El aspecto más conocido del súper-yo es la voz o voces del juez interior. Este crítico interior constantemente comenta el momento. Te aniquila silenciosamente sometiéndote por medio de persuasión o bien te idealiza llenándote de grandiosidad tan sólo para volver a aniquilarte en el siguiente instante.

En el adulto esta estructura provoca un aumento de indecisión y de auto rechazo. Analiza constantemente ¿qué tal vas? y ¿cuál es la próxima estrategia a seguir? Un sentimiento que produce la sensación de un constante déficit que nunca puede ser compensado. Cualquier cantidad de aprobación es insuficiente para llenar el vacío que resulta del apabullamiento de la verdadera naturaleza y de la pérdida de la confianza básica.

El Ego anti libidinal se forma a una edad pre-cognitiva.

Un bebé carga y descarga energía como regulación general. En sus primeras etapas el niño joven se encuentra en una relación simbiótica con su madre. En estudios realizados en el siglo 20 se halló que aquellos bebés que habían recibido alimento y abrigo únicamente, tenían una expectativa de vida mucho menor que niños que no habían sido alimentados tan bien, pero que habían recibido cuidado y cariño. Los bebés se dirigen a sus madres para sentirse amados y acogidos. Acogidos no sólo físicamente sino también emocional y espiritualmente. Están en la necesidad de contacto con el ser, lo que los reafirma y les da la capacidad de confiar en un mundo bondadoso.

El niño se dirige a su madre para encontrar todo lo que necesita para vivir. La libido es la energía de la vida. Es un impulso biológico instintivo. Vida que busca vivir. El niño siente la falta de presencia de la madre y siente que no puede satisfacer sus necesidades emocionales y psíquicas.

La pérdida de contacto con la esencia lleva a una falta de confianza y sensación de separación.

La ausencia de la madre es percibida por el niño como un rechazo. Como si la madre lo privara de sentir placer. Surge tensión en su sistema nervioso y con el tiempo el niño ya no se permite cargar o descargar su energía completamente. El bebé comienza a contraerse en lugar de relajarse. El sistema bloquea la fuerza vital y construye una capa de tensión para bloquear el dolor proveniente del no sentirse bienvenido. El niño comienza a reaccionar desde capas de contracción. Se separa de su impulso libidinal y entra en un patrón de supervivencia en lugar de plena vida.

Cuando esta joven alma entra en la etapa cognitiva, comienza a ingerir el idioma de los padres, lo que se coloca como una nueva capa encima de su estructura psíquica y energética. El bebé ahora reacciona a través de estructuras que le han sido impuestas en lugar de hacerlo desde la fuente de su inteligencia natural. La confianza básica en su propia libido ha sido comprometida. El niño emplea su inteligencia si no quiere algo.

El tercer aspecto de esta súper-estructura es el “congelamiento”.El sistema ya no carga ni descarga. No puede luchar ni huir. Por lo tanto se cierra. Se vuelve inmóvil ante un trauma que es tan grande que el pequeño alma no logra comprender. Dentro de esta inmovilidad ahora además hay una rigidez que bloquea sentimientos y sensaciones.

El niño ha aprendido a reprimir sus sentimientos, necesidades y deseos. Ha creado en su lugar un mecanismo de defensa para protegerse. Esta protección aunque ingeniosa, tiene un alto costo: la vitalidad. Cada represión, cada contracción e inmovilidad bloquea la fuerza vital. No deja entrar la vitalidad del ser ni el impulso libidinal instintivo. Estos cortes quedan profundamente registrados en la estructura energética, directamente en su biología y son claramente visibles y palpables en los cuerpos sutiles y en los chakras.

Cuando el niño ha pasado la infancia, la etapa fálica y la pubertad, las creencias concretas ya están definidas. No solo como ideas sino como una energía real que se percibe a nivel de los diferentes cuerpos. Cuando el adulto siente deseos o impulsos los controla. El juez gobierna el castillo y cada experiencia está a la merced de su manipulación.

Estas contracciones, represiones y negaciones separa al niño de su ser esencial. Y de los fundamentos de su confianza básica. La falta de confianza mantiene su alma enredada en ataques y contraataques provenientes del Superyo. El Superyo trabaja únicamente en polaridades. No sabe lo que es unión o falta de dualidad. La desconfianza mantiene en alto su control. El alma ya no confía en su naturaleza intrínseca. Todos los deseos y necesidades son racionalizados, justificados o motivo de vergüenza en lugar de poder ser vividos. El juez ha creado una imagen que se adapta a su idealización del mundo. Cualquier desviación de esa imagen es apabullada rápidamente. El “ser” ha recibido una identidad y vuelve a buscar reafirmación del mecanismo regulador interno que es el falso profeta.

¿Qué es confianza?

Como todas las cualidades del Ser, confianza es algo que tiene que ser experimentado. Es una calidad que surge de nuestra profundidad y nos permite sentirnos amados y acogidos.. El niño había deseado sentirse amado y acogido por su madre. Deseó y ansió lo que percibía como la promesa de su madre de satisfacerlo. La madre, para este pequeño ser, es como un dios del que depende totalmente para sus necesidades básicas de supervivencia, amor y aceptación. Para el niño ella es tan encantadora, jugosa y está tan llena de promesas, sin embargo frecuentemente se siente no amado y experimenta la ausencia de aceptación. Cada vez que el bebé nota que la madre no está completamente presente, siente la pérdida de contacto y la separación de lo que es la confianza básica.

No tiene caso tener esperanzas, ya que volverá a sentir el dolor de ser rechazado, no amado y negado. Es mejor no tener deseos que desear algo que no se cumplirá.

Lo único en que confía el Superyo es en la desconfianza. Se avergüenza de todo lo que no es racional o no puede ser polarizado. Sin embargo, con todo lo sombrío de esta imagen, el Ser siempre estará buscando ser reconocido y ser traído a la luz. Al ver la oscuridad de nuestra desconfianza empezamos a distinguir el dolor que bloquea nuestra vitalidad. Mucho de lo que sentimos está basado a nivel corporal y pre-cognitivo Al trabajar con sensibilidad y sigilosamente con estas capas les permite subir a un nivel consciente.

En un ambiente cariñoso puede fluir la confianza.
Al permitirnos experimentar nuestra desconfianza, empezamos a detectar las mentiras del falso profeta. Podemos sentir en qué parte del cuerpo se alojan y así entrar en un proceso consciente de relajación.

Lógicamente el Superyo querrá hacerse cargo también de esto. Es bueno recordar que el Superyo ha participado en todos los seminarios y ha hecho todos los balances y correcciones correspondientes. Sabe inmediatamente cómo compensar nuestros cambios, cómo socavar nuestros nuevos valores.

Sólo al permitirnos reposar en lo que es nuestra verdadera naturaleza, descansando de las presiones del esfuerzo, podemos encontrar el fondo de la confianza básica. Únicamente a través del contacto con nuestro propio Ser podemos encontrar el contacto con el mundo exterior. En la medida en la que nos volvemos más sensibles hacia nuestro paisaje interior y entramos en intimidad con nuestra propia naturaleza, la intimidad y comunión pueden ser compartidas con el mundo.

El esfuerzo es una forma de desconfianza. Al soltarlo surge la oportunidad de acción correcta y toma de consciencia sin esfuerzo. Actuar sin actuar.

Para que aparezca la confianza es necesario contactar el Ser.

Facial Harmony produce un estado de relajación que va mucho más allá de una sensación de bienestar. Paz, amor y silencio entran en contacto con la verdadera naturaleza. El silencio del que surgen todos los seres. Facial Harmony se cuela por todas las capas de defensa. La sensibilidad del toque produce un ambiente acogedor que el niño y su sistema nervioso habían estado buscando. A la luz de la presencia que fluye a través de las manos del practicante ocurre una profunda relajación que permite el renacimiento de la confianza.

Confianza en ser amado, ser acogido, poder escuchar el sonido del silencio dentro de uno mismo. Una confianza que nos apoya aunque estemos en medio de un conflicto. Una confianza que surge del alma y respalda la vida en todo su camino para su satisfacción en lugar de su supervivencia.

En este espacio de silencio nace un nuevo día, al sentir cómo se sueltan las constricciones de tensión energética. Las capas de defensa empiezan a disolverse. Y la verdadera naturaleza del alma se logra expresar gradualmente.

Bibliografía
Tradición Oral.
Diamond Logos Teachings. Faisal Muqaddam
Seekers After Truth School; Dr Claudio Naranjo
Osho. Discursos

Libros
Diamond Heart Series A H Almaas.
Facets of Unity A H Almaas.
Soul without Shame Byron Brown
Character Neurosis; Dr Claudio Naranjo